martes, 26 de marzo de 2013

Así está la cosa (Carta a Roberto Arlt)

                                                   "Buenos Aires igualito que en los tiempos de Roberto Arlt".

Querido Roberto:
      Te escribo esta simple carta para contarte que las cosas han cambiado bastante desde tu última visita. Hace como setenta años viniste a La Plata y la encontraste encantadora, pacífica, llena de buena gente, de belleza por doquier, silenciosa, tranquila, viste en ella un excelente lugar para vivir. Bueno, como te decía, las cosas han cambiado un poco.
   Los tranvías ya no circulan por el medio de la calle ni frenan a mitad de cuadra para recoger a una anciana, es decir, ya no circulan; los colectivos se han puesto de moda acá también, tal como en Buenos Aires. La gente ha perdido bastante su amabilidad y los dueños de los comercios han contratado empleados desganados por un mal sueldo para que se ocupen de sus tareas. Los edificios ya no son tan magníficos como aquella vez, ahora la mayoría son administrativamente aburridos.
   Los bares o cafés ya no son habitados por filósofos callejeros o clientes de confianza, sino por gente apurada, indecisa, que busca darse el gusto de estar un poco sin hacer nada, pero solo un rato, porque luego deben volver al trabajo. Casi nadie se pregunta mucho si el otro está perdido o necesita ayuda, mas bien siguen caminando sin mirar, sin ver nada, siempre con la vista hacia adelante o hacia abajo, muy pocos miran al costado o se atreven a echarle una ojeada al cielo, al menos que esté por llover, no vaya a ser cosa que se mojen.
   Los colectiveros no son como los conductores de tus tranvías, no, estos ni siquiera dicen "hola", y es que se han cansado de saludar y recibir como única respuesta el precio del pasaje que quiere el pasajero.
-Buenos días-
-Dos con cincuenta y cinco.

   Las cosas han cambiado mucho desde que viniste che, y si de atorrantes hablamos, no se si la plaza, pero la ciudad está llena, por todas partes como en todos lados, es parte del paisaje. Los agentes del tránsito que daban lecciones a los conductores fueron cambiados por unos papeles que pueden llegar a decir "Vehículo en infracción" o "Bien estacionado" que son colocados en los limpiaparabrisas por unos tipos de naranja con un aparato lector de patentes en la mano; es bastante horrible, nunca me pasó, pero recibir una felicitación por parte de un papel entregado por un desconocido...
   Todo esto se debe al bendito progreso, ajá, todo se lo debemos a él. Vos no los viste, pero ahora la ciudad está llena de estudiantes, lo cual es bueno, revitaliza la calle, le da más naturalidad, llena de colores el bosque y las plazas, aunque de a poco también se van volviendo grises, cada vez más cerrados, solos. Por suerte, esto del progreso, ha hecho crecer la cultura, o generarla, por donde vayas ves un centro cultural o un centro político, gente organizada para hacer de esto un lugar mejor, o por lo menos es la idea.
   La Plata fue bastante modificada desde tu visita, Roberto, digamos que "creció" para parecerse cada vez más a la gran capital que siempre quiso ser y no pudo por culpa de Buenos Aires. Por todos lados está lleno de autos, la tranquilidad, durante el día, ya no es algo que la caracteriza, aunque sí en la noche; pareciera ser que a veces le sale de quién sabe donde esa nostalgia de pueblo que creció abruptamente casi sin darse cuenta. Y un poco fue así. 
   Porque hemos venido de todos lados y nos ha encantado esta ciudad, cada uno trayendo un poco de sí, nos hemos acostumbrado a las diagonales, hemos caminado bajo las sombras de sus copiosos y abundantes árboles (sí, todavía está lleno), hemos paseado por las plazas, y sobre todo Roberto, nos hemos enamorado de sus mujeres. Ay, si vos las vieras ahora hermano, si te gustaban antes tenés que verlas ahora, vienen de todos lados y caminan por la calle como diosas, como reinas, y a montones, hay decenas de miles, con sus sonrisas, con sus peinados, con sus bicicletas, con sus anteojos de sol, son las únicas que todavía recrean esa armonía de la que hablabas.
   Por eso te digo che, todavía te podés regocijar con ese panorama que contemplaban tus ojos, y si no mirás los árboles que llenan el enorme gris de un verde perfecto o el cielo, que es lindo y azul, podés mirar a las mujeres, ¡que son más lindas todavía!

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