jueves, 21 de marzo de 2013

Sueño colectivo

                                                                                            We didn't start the fire,


   Lo peor de estar cansado es no saber de qué. Uno anda por ahí bostezando de pura falta de algo mejor que hacer. Encima, hay veces, que el cansancio no es físico ni mental, no sé, viene de otro lado, como si las conversaciones en la calle, las burocracias universitarias, los semáforos, todo se complotara para hacerteló saber.
   Una vez un amigo me dijo que la cagada de despertarse es que te desencantás, que a todo ya le ves la verdadera cara, que ir por ahí como si nada ya no genera los mismos placeres que antes. Pero qué se yo qué es despertarse, yo lo que se es que cuando estás cansado no queda nada, no hay consuelo, no hay forma de dar vuelta la página y seguir escribiendo otra historia, no hay "descansos" visiblemente accesibles.
   Naturalmente, la gente está cansada, se les ve en la cara. A los vendedores de la vereda, con la gracia que le ponen, se les notan los párpados caídos; los tipos que viajan en micro se duermen y se pasan de la parada de lo muertos que están; la gente en general ya está casi muerta.
   Los que ponen los cartelitos de "bien estacionado" están cansados, los barrenderos no dan más, los cartoneros preferirían el fusil a seguir caminando noche tras noche por ese kilo de cartón, los kiosqueros dicen basta, los mozos anhelan la cama, no sé, todos están cansados. Están cansados de estancarse, de estar siempre ahí, día tras día, poniendolé el cuerpo sin voluntad a algo que no les interesa.
   Creo que la gente de los autos importados también está cansada.
   En Buenos Aires, subirse al subte al mediodía es la postal del cansancio, de la tristeza, de la desolación, del irremediable "qué le vamo' a hacer, la vida es así loco". Hombres de corbata que pierden los sentidos y se duermen en sus asientos, estudiantes de otros lados ya abombados por el continuo estruendo, todos conocedores del lugar exacto de su bajada, porque al son de la chicharra, como si nada, se levantan y se van, cansados.
   Un viejo duerme en una plazoleta de Diagonal 79, la gente camina a su lado,no lo ven, están demasiado cansados. El tipo se reincorpora, mira lentamente hacia ambos lados, esboza un larguísimo bostezo; aún no ha dormido del todo pero se levanta, junta sus cosas y sigue camino, seguro va a un lugar más tranquilo, para poder dormir de nuevo, quizá para siempre.
   Dos minas hablan mientras caminan con decisión, usan anteojos de sol y ambas un pañuelo al cuello, parece a propósito. "Me van a escuchar, traje la garantía, el recibo de cuando lo compré, llamé antes para averiguar bien, me lo tienen que solucionar", dice una, la otra saluda a una conocida que cruza y no responde. "Sí, boluda, ya tengo todo armado, pero si me preguntan algo que no se, estos hijos de puta me cagan, bah, igual me van a cagar", están cansadas.
   La pelea del día a día, sea cual sea, es agotadora, porque yo no veo a nadie que no esté cansado, y ojo, caminan, corren, manejan, hablan, comen, mandan mensajes, todo hacen, siempre al máximo sin parar; toman café, comen manzanas, miran televisión, suben fotos al facebook, hasta que finalmente se acuestan, rendidos, duermen seis, siete u ocho horas, pero se despiertan cansados a hacer lo mismo de ayer, de lo que ya están re podridos.
   Quizá ese sea el secreto de la vida, la formula de la inmortalidad, la forma de impedir el paso del tiempo: hacer de todos los días una copia fiel del anterior para no traicionarse a uno mismo, para no dar vuelta la página y seguir con otra historia.
   Creo que la gente de los autos importados también está cansada.
   Es cierto, nosotros no empezamos el fuego, pero nadie hace nada por apagarlo, o muy pocos y están terriblemente cansados.

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