jueves, 16 de mayo de 2013

Nada es lo mismo sin "Fútbol"

   En las buenas y en las malas mucho más, siempre yo te sigo a todas partes, vos sos la alegría de mi corazón, daría la vida por verte campeón, llega el domingo, agarro la bandera y así podríamos seguir una eternidad enumerando cantitos de gloria y pasión, de amor incondicional y once tipos, de alegría y fútbol. Porque el fútbol es así, es algo inentendible, que está ahí, adelante nuestro, que pasa por el lente de una cámara que está en una cancha a kilómetros y kilómetros del sillón desde el que nos comemos las uñas, nos sacamos los dientes, gritamos, lloramos o simplemente miramos pasar la pelota de lado a lado, creyendo en lo maravilloso y genuino de ese acto.
   Así es señores, el fútbol es eso, fútbol, pero es mucho más que fútbol decía Sacheri alguna vez; porque une, porque arraiga, porque se mete en la sangre y hierve cada vez que el árbitro cobra mal, cada vez que el defensor se manda cualquiera y cada vez que el diez la toca, la mueve, cada vez que el tipo gambetea y se pasa a uno, a otro, y así, de la nada, te la clava allá, donde el tipo de los guantes no la ve, donde la cámara solo acompaña la ráfaga terrible, esa leve calma antes de la explosión; el fútbol es ese gol gritado que sale desde las entrañas, desde lo profundo, desde la oscuridad. Y por eso el fútbol es lo que es, porque no puede ser otra cosa, no es más que un deporte, y no, no lo es, pero andá a decírselo al barrabrava que en vez de mirar el partido amenaza con su porte a la hinchada para que cante, para que aliente, para que disfrute lo indisfrutable del fútbol.
   Pero a ver si hacemos la diferencia: cuando uno habla de fútbol habla de más de una cosa. Primero es un deporte donde, corta y a lo Borges, veintidos tipos corren atrás de una pelota; después es una contienda en una cancha de cinco contra cinco entre unos amigos o compañeros de la adolescencia que no han perdido la costumbre; después está el potrero, y el club del barrio; y por último está esa cosa que se ve por la tele, que es el negocio. Es decir, toda la mística que puede tener la pierna de un tipo, va a caer ahí, a las billeteras de unos cuantos que en vez de comprar acciones en Mc Donald's les tiran unas fichas a las gambas de messi, a la magia de Ronaldinho, a la suerte goleadora de Ibrahimovic o a los penales de Silva.

   Pero frente a la pantalla uno se olvida de toda esa mugre, de toda esa infección compra venta que sufre el mundo. Frente a la pantalla uno quiere comerse el personaje, no quiere ver las obviedades, no quiere razonar, quiere saber y creer que lo que pasa ahí está pasando porque esos tipos hacen que pase y no porque hay intereses económicos que tiran mucho más que los centros de Barros Schelotto. Cuando uno decide ver un partido, decide entrar en esa lógica, en ese juego de tire y afloje, en esa repartija de vos me das el elixir del domingo y yo te pago la cuenta a fin de mes.
   Así que anoche, dispuesto a olvidarme de toda esa mentira que llaman realidad, me acomodé en el sillón a ver a Boca, con los antecedentes del año pasado contra el Corinthians, con la vuelta de Román, con todo el paquete del clásico internacional comprado y metido en el bolsillo. Se dudaba de la legitimidad del árbitro, decían que lo habían cambiado a última hora y que iba a favorecer a los brazucas y a los pocos minutos hay terrible penal para ellos y no lo cobra; al rato una muy buena jugada y el línea, que ante cualquier duda/jugada, levantaba la bandera y anula un gol válido. Empecé a dudar un poco pero no quise hacer mucho espamento de unas pocas “casualidades”, hasta que a los 24' la agarra él, el torero, el mago, el genio indiscutible, el maestro, el distinto, el último 10 del fútbol argentino, la eminencia, el viejo de treinta y cuatro años que no podía correr la pelota y la clava al segundo palo, en el último lugar que el “despistado” Cassio esperaba y gol, gol ¿gol? ¡GOL! ¡GOL, CARAJO, GOL! ¡Grande Román! ¡Gracias Dios, por el fútbol, por Román, por estas lágrimas! No, no sé si para tanto, pero gol y a cantarle a Gardel brasileros.
Y así se iba yendo el partido, se jugó; lo empataron pero tenían que hacer dos más y no los hicieron porque qué se yo, y eso que el árbitro en el segundo tiempo se calzó la azulamarela al ver seguro en el entretiempo que se había mandado semejantes burradas. Ganó Boca, pasaMOS a cuartos y olvidáte, ya me enganché, me subió el espíritu ganador y copero de la historia Xeneize justo cuando había empezado a entender todo.

    Algunos dicen que el fútbol es un negocio, que está todo arreglado, que la mentira ya no la sostienen ni las horas y horas de programas a la tarde; y bueno, qué se le va a hacer, si nos vamos a poner a pensar en todo lo que está hecho, acomodado o acabado en este mundo ya no viviríamos por nada. El fútbol es así señores, es pasión, es cancha, es creérsela, es mañana burlarse del fantasma de la B, es no importarme que no me importa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario